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Niños desaparecidos

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Un descuido en el parque, en el camino a la escuela, en un centro comercial, puede ser aprovechado por un secuestrador para hacerse fácilmente con su víctima.

Wanted. Niños desaparecidos.En España hay abiertos actualmente unos 918 casos de menores desaparecidos. La inmensa mayoría de estas desapariciones corresponden a simples abandonos del hogar provocados por conflictos  familiares . Estos jóvenes volverán a casa sanos y salvos pasados unos días o serán encontrados por la policía o familiares, a excepción de unos cuantos que preocupan a los investigadores porque pudieran tratarse de secuestros o asesinatos, actualmente unos 24 en España, y que han desaparecido en el más absoluto misterio.

 

Niños desaparecidos. Los casos que más preocupan a los investigadores.

El pasado 5 de octubre la policía libera a un menor de 11 años víctima de un secuestro.  Sus captores quitaron, literalmente, al niño de las manos de la madre a la que pidieron un rescate de cinco millones de euros. Durante los casi dos días que estuvo cautivo en un piso de Barcelona permaneció atado de pies y manos además de sedado y recibió todo tipo de amenazas. Los captores tenían instrucciones por escrito para matar y descuartizar al menor ante cualquier imprevisto o sospecha de que pudieran ser descubiertos por los investigadores de la Policía. La madre denunció los hechos a la Policía y la Unidad Central de Secuestros y Extorsiones rápidamente descubrió el nexo entre el padre del menor y el supuesto cerebro de la operación, lo que les permitió avanzar en la investigación. Casi dos días después del secuestro, los investigadores localizaron el piso de Barcelona donde se encontraba el menor, por lo que activaron al Grupo Especial de Intervención, para que entrara urgentemente en el piso y liberarle.

Este solamente es uno de los casos entre los millones de niños desaparecidos a lo largo del año en todo el mundo.

Las personas de numerosos países están acostumbradas a ver carteles en la parte posterior de taxis, en farolas y en los troncos de los árboles de los bulevares, en los reversos de los envases de leche y otros alimentos, incluso en facturas de gas y folletos comerciales, como ocurre en EEUU, en los que se solicita la colaboración ciudadana para encontrar una pista fiable que lleve a la localización del niño desaparecido.

La mayoría de estos casos, en un 90 % afortunadamente, corresponden a abandonos voluntarios del domicilio paterno o fugas de instituciones que pasado un corto período de tiempo regresan o son encontrados sanos y salvos. Detrás de estas ausencias existen problemas familiares, algunos de ellos graves como el maltrato físico o psicológico como exigencias escolares que incluso obligan a rendir por encima de sus posibilidades intelectuales dando como resultado una situación intolerable , fenómeno cotidiano y muy generalizado en países de nuestro entorno. Y también  por otros problemas menos graves pero que en la percepción del menor resultan motivo suficiente como para ello. Esta aventura suele concluir normalmente cuando el menor se encuentra carente de recursos para sobrevivir y decide por propia iniciativa volver a casa o porque son encontrados por la policía en un 57 % de los casos en los 30 primeros días de desaparición.

Sin embargo ¿qué ocurre con los que desaparecen para siempre?. Por suerte una ínfima parte de los casos en los que la policía pone todo tipo de recursos humanos y técnicos pero en los que se pierde la pista de ellos, sumida en el más profundo de los misterios.

Aún siendo estos casos un porcentaje muy pequeño, los ejemplos son demasiados numerosos:

  • Juan Pedro Martínez. El 25 de junio de 1986, con 10 años, desapareció en un trágico accidente en el Puerto de Somosierra al volcar el camión cisterna que conducía su padre y en el que resultaron muertos este y su esposa.
  • David Guerrero Guevara. El 4 de abril de 1987, con 13 años, abandono su domicilio en Málaga para dirigirse a una galería de arte a la que nunca llegó.
  • Gloría Martínez Ruiz. El 30 de octubre de 1992, con 17 años,  desapareció de la clínica privada Torres de San Luis  (Alicante) donde se encontraba ingresada y en tratamiento.
  • Yeremi José Vargas Suárez. El 10 de marzo de 2007, con 7 años, desapareció mientras jugaba en un solar existente junto a su domicilio en Santa Lucia de Tirajana (Las Palmas)
  • Igualmente:  Sirus Esfahani Fierro, Josué Monge García, Jorge y Pedro Ruiz Álvarez, Carlota, Alex, Hugo y Nicolás Shaw Vico,  Yasmina Algarra Anta, Cristina Verruga Vera, Dounia Chahidi Alaqui Tapia, Amy Carrie Fitzpatrick, Ashley Stacy García Prato, Yadarsy Fernanda García Prato, Tamara y Yasmina Hissayni Bermejo, Ximena Marquez Cavazos, Nina Serra, y así un largo etc.

 

Otros han desaparecido pero las pistas conducen a los investigadores ha pensar en el peor de los desenlaces:

  • Marta del Castillo Casanueva desaparecida el 24 de enero de 2009 en Sevilla con 17 años cuando salió de casa para reunirse con unos amigos. En cuyo caso, no habiéndose encontrado su cuerpo, su ex-novio Miguel Carcaño Delgado autor confeso de su asesinato, es condenado a 20 años por asesinato.
  • Los hermanos José y Ruth Bretón Ortiz en cuyo caso el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses analiza unos restos óseos hallados en la finca de Las Quemadillas, donde su padre José Bretón hizo una hoguera el día de su desaparición.

Detrás de todas esta misteriosas desapariciones hay diversas causas, desde venganzas de exparejas, hasta secuestros por pederastas y psicópatas, mafias de prostitución infantil, y adopciones ilegales e incluso se habla de tráfico de órganos al haberse encontrado casos de bebés mutilados en Brasil y Honduras y niños con cicatrices provocadas por supuestas intervenciones quirúrgicas en San Luis Potosí (México), práctica que expertos desmienten al tener en consideración que para extraer un órgano, conservarlo hasta el implante, que en el caso de algunos órganos es cuestión de horas, estudiar su perfecta compatibilidad con el receptor e injertarlo con éxito, hace falta un despliegue de medios tan sofisticado y un equipo de especialistas tal que no se puede realizar en la clandestinidad.

Tanto para el Cuerpo Nacional de Policía como para la Guardia Civil, la búsqueda de niños desaparecidos es una prioridad donde trabajan verdaderos especialistas de la materia que se valen de los más modernos métodos como el Programa Fénix, una base de datos de identificación genética de desaparecidos puesta en funcionamiento en 1997 o una base de datos centralizada en la que se recogen todos los datos de los desaparecidos con las últimas actuaciones policiales y donde salta la alarma si por casualidad algún agente identifica a un desaparecido aleatoriamente en algún control rutinario o por otras causas. Para que el sistema sea eficaz y los casos no queden en el olvido se mandan recordatorios a las distintas comisarías.

Normalmente cuando las actuaciones policiales no dan resultados positivos, los familiares acuden a la colaboración ciudadana colocando carteles publicitarios en cualquier soporte  y en páginas web como:

Pero como se suele decir “más vale prevenir que curar” siendo lo ideal tomar determinadas medidas que aseguren el bienestar de nuestros pequeños y jóvenes, y más teniendo en cuenta que todos pueden ser víctimas. Hay que evitar que vayan solos por la calle, ya estén jugando, vayan a realizar algún recado, etc. siempre deben estar bajo la supervisión de un mayor de edad responsable o como mínimo movilizarlos en grupos, nunca deben ir solos. Incluso si el menor va acompañado de un adulto, este debe tener especial cuidado en lugares de mucha afluencia de gente como grandes superficies comerciales, playas, etc. donde los menores desaparecen con suma facilidad. Si no fuera así debemos efectuar un seguimiento de sus actividades mediante frecuentes contactos telefónicos o utilizando la cada vez más efectiva y usada tecnología de localización GPS. No deben ser ellos quienes abran la puerta de casa a nadie, ni siquiera si hay más personas en casa. Debemos advertir a las monitoras y profesoras en las guarderías y colegios que no deben dar a los menores a otras personas que no sea la que está encargada de recogerla, aunque sea su ex-marido o ex-mujer, abuelos, hermanos mayores, etc. si previamente no se les ha comunicado dichos cambios, incluso si no es una persona la que va a ir habitualmente a recogerlo establecer alguna clave con la monitora o profesora para que esta pueda verificar que la persona que va a recoger al niño es de confianza.

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